Wikia Cómo Entrenar a tu Dragón Fanon
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En un mundo donde la opresión es Ley, la gente debe levantarse, y luchar. En un mundo en que se vive sin dignidad, se la debe reclamar, aunque cueste la vida. Morir luchando es infinitamente más digno que vivir con la cabeza baja y las rodillas en el suelo. Y eso hago, me levanto y lucho, todavía sin haber muerto, al menos, no literalmente. Morí dos veces, la primera, cuando el odio y el dolor acumulado en mi interior salió al exterior, iniciando el comienzo del fin de la agonía que me llevó a ser Sombra. La agonía ya había empezado, tal vez desde que nací, pero ellos fueron el punto de quiebre. A veces me pregunto porque en la vida hay tantas coincidencias, puntos en común, y casualidades que forjan el destino; desde dos personas que he enfrentado, cuyas formas de pensar fueron afectadas por la pérdida de un hermano, hasta… hasta nada, olvide lo que estaba pensando, me di cuenta que no son solo esas dos personas, mi propia vida fue afectada por la pérdida de un hermano. De pequeña, mi vida era feliz, tenía una familia cariñosa, amigos, y podía tener distracciones como películas o videojuegos, pero cuando todo cambió, la relación entre mis padres se desmoronó, el divorcio era inminente, y yo solo quería que él no me viera llorar. Frente a él no discutían, pero el aire tenso se sentía, y por más chico que fuera, él sabía que algo no iba bien, y si me veía llorar, se terminaría de enterar. Yo no quería, nadie quería destruir su infancia, pero sería inevitable. El mundo cada vez apretaba más nuestra burbuja, y nosotros ya no nos esforzábamos en resistir, y yo huía de eso. De pequeña jugaba videojuegos en donde el parkour era elemental, tal vez de ahí me viene ese cariño por las alturas y escalar, del recuerdo de mi feliz infancia. Tal vez eso fue lo que ante el encierro y las ganas de huir, me dio ganas de saltar de ese balcón al de al lado. De balcón a balcón, me sentía libre, después de no se cuanto tiempo sin sentirme así. Comencé a ir más lejos, hasta que un día, vi algo que no debía. En un callejón, policías macrofagos golpeaban a una anciana. Nunca sabré qué estaba pasando, lo que sí sé, es que escuche sus gritos de ayuda, y sus huesos rompiéndose. No podía no hacer algo, la estaban matando, y yo era la única persona que podía hacer algo. Yo tenía un tramontina que había robado de la cocina, sin saber para qué, y mi impulso, fue tomarlo, y bajar a ayudar a esa señora. El tramontina, era un cuchillo común, y ese macrofago era un semidios, obvio que no le hice ni un rasguño, y solo logre que le dispararon en la cabeza a la señora, antes de perseguirme. Cuando volví a casa, pensé que había escapado, que todo había terminado, que tendría que olvidar lo visto, pero solo me dejaron escapar, para atacar después, y sabemos cómo terminó el tema. Yo no podía dormir, y pensaba en cómo intenté matar a un hombre para salvar a una anciana que ni conocía, de la nada, había intentado acabar con una vida, ¿de dónde había salido eso? Yo era todavía una niña feliz y simpática, que aún con su burbuja a punto de explotar sonreía, y creía que todo se podía solucionar, que las cosas estaban mal un tiempo, pero después, todo mejoraría, y había intentado asesinar a alguien. Me preguntaba de donde me salio eso, cuando olí el olor a azufre del verdugo. Se escuchaba un ruido similar a la risa de una hiena, cada vez más cerca, y el olor era más fuerte. Fui a la puerta del departamento, y vi a un perro de aspecto demoníaco, pero con un brillo como de fuego, en sus ojos y boca. El resto todos lo saben, el fuego, la vida en la calle, el odio acumulado, y mi primer asesinato. Hundí mis manos en su cuello, y sosteniéndolo por la tráquea, comencé a golpearlo contra el suelo, hasta que estuvo muerto. Entonces temí por Lucas. Todo ese tiempo, le había mentido, y como si fuera “La vita è bella”, le dije que sólo era un juego en el que debíamos ganar puntos para canjearlos por un premio, pero y ahora, ¿como le explicaba que había asesinado a alguien, y que si nos agarraban iría presa? ¿como lo alejaba del peligro? ¿era yo un peligro para él?

Decidí dejarlo en un orfanato, esperando que estuviera bien, que estuviera a salvo, mientras yo me escondía, pero las cosas no salieron como esperaba. En el tiempo que estuvimos en la calle, hice cosas de las que no me enorgullezco, y estas dejaron sus cicatrices en mi alma. La primera vez que maté, me sentí aliviada, como si hubiera hecho lo correcto, y comencé a tentarme a matar otra vez. Las calles donde antes me vendía, pasaron a ser mataderos en donde cazar. Yo no estaba nada bien, estaba enferma, era un monstruo que atacaba monstruos. En medio de la noche, o en un callejón les preguntaba -”¿Queres pasar un buen rato, encanto?”-, y apuñalaba a los que decían que si, o se acercaban demasiado. El Tramontina era un cuchillo común de cocina, pero contra humanos comunes, era efectivo. Así comenzó todo, hasta que llegué al punto de investigar y cazar.  Algunos de mis muertos tenían amigos, y a esos amigos no les hizo ninguna gracia saber que una puta los andaba matando, así que no tardaron en aparecer algunos peces gordos. Yo solo era una loca con un cuchillo, alguien que necesitaba ayuda, y obtuve lo contrario. Maté algunos peces, huí de otros, pero un gusto por el peligro me hacía volver a donde estaban los que me habían hecho huir, y así caí en una trampa. El Imperio Macrofago no era nada nuevo, yo sabía bien que había guerra, un régimen que se extendía por el mundo, destruyendo países a su paso, pero pensaba que eran como los romanos, Napoleón, el Tercer Reich, o cualquier otro Imperio de mierda en la historia. No creía en eso de Dioses y Magia, pensaba que eran fanáticos antireligiosos, unos fundamentalistas que usaban sus creencias de excusa. No podía creer en la idea de un Imperio que busca unir a la humanidad para declarar la guerra a los Dioses -pensar que ahora lucho en esa guerra- así que al saber que algunos de esos “amigos” eran Macrofagos, me anime a atacar la sede de estos. No lo sabía, pero me guiaron a una trampa, para que la hija de remil puta de Soña experimentará en mi.

A partir de cierto momento, mi vida fue una caída hacia el abismo, y quienes me rescataron fueron mis amigos, Adelphos y sus hermanos, Hans, Mariano Isabela, Santiago, Elisa, Scarlet, Pandora, Artemis y Diana, y todos los que se unieron después. Yo estaba en caída libre, Soña me atajó, y me convirtió en un arma. Perdí mi capacidad de decidir, perdi mis sentimientos, perdí lo que quedaba de mi vida, a cambio de ganar habilidades, ver con el oído, como los murciélagos, escalar, trepar, saltar y esquivar con una agilidad increíble, pelear a puño limpio, en estilo kickboxing -creo que se llama así- o con arma blanca y brazalete como escudo. Cosas que tomarían años de entrenamiento, en dolorosas sesiones de poco más de un mes, conectada a una máquina, el TA.M.E.R., que me convirtió en el gran logro de una científica en crecimiento. Una chica levantada de la calle, convertida en un arma, que localizaba sus objetivos y los liquidaba. Hasta entonces, el TA.M.E.R. era visto como algo innecesario, algo que se usaba, pero para unidades especiales o para mejorar las capacidades de soldados destacados, no para tropas comunes. Podía haber sido yo o cualquier otra persona, pero fui yo la llave que abrió muchas puertas para Soña, puertas de las que salieron horribles monstruos que sirven de armas para el Imperio. Yo fui uno de esos monstruos, y no pienso dejar que le hagan lo mismo a nadie más. Me escape por un accidente, una distracción al huir de la escena del crimen, y la bomba que explotó. Mis dragones, la bandada de Terrores Nocturnos que me acompañaban como refuerzo a mis misiones, animales entrenados como armas, me sacaron del fuego, me cuidaron, y viví un día más. Yo era libre, pero el mundo no, y ahora sabía que el Imperio era una amenaza real, pero podía usar mis habilidades, el arma que habían creado, para combatirlos. Mis dragones, se convirtieron en mi familia, mi única compañía y consuelo en esas cacerías. El ciclo era siempre el mismo, llegar a una ciudad, atacar Macrofagos en la calle, ubicar a los jefes para matarlos, sembrar el pánico, y cuando me estuvieran buscando, desaparecer, y tras un tiempo, repetir el ciclo, en otra ciudad. Algunas veces salía herida, otras casi me capturan, pero mis dragones siempre me salvaron. Yo era una más en la bandada, pero mi falta de sentimientos me impedia valorarlo. Sin ellos, yo habría muerto hace mucho, pero vivo, y ahora lucho junto a mis compañeros de la Tribu Aurora.

Me enorgullezco de ser una mortal que lucha y sangra, codo a codo con Semidioses, con mis amigos, mi nueva familia. Mis ataques me llevaron de vuelta a Buenos Aires, la ciudad donde pasé del balcón a la caída, y allí escuche de un dúo milagroso, de dos héroes de leyenda, que habían enfrentado a los Macrofagos, y casi los vencieron. Uno vivía, y mi objetivo era encontrarlo. Si seguía sola, tarde o temprano la muerte me alcanzaría, sin que mis dragones pudieran evitarlo, y el rastro de sangre a mi espalda habría sido en vano. Busqué a ese héroe, no por él, sino por sus poderes, y encontré a varios. Me uní a ellos esperando poder usarlos como armas contra el Imperio, usarlos como a mí me uso el Imperio. Les iba a mentir todo lo que les tuviera que mentir, para aprovechar sus poderes contra el enemigo, pero encontré justo lo que necesitaba, ayuda. Adelphos es hijo de Kesal… Quetsalcloa… Quetzalcóatl, ahí está, y por eso, no se le puede mentir. Tuve que ser sincera y confiar en ellos, cosa de la que no me arrepiento. Busqué soldados, y encontré una familia. Me comporte de forma muy cretina con ellos, y aún así, me recibieron con los brazos abiertos, me dieron esa ayuda que tanto necesitaba para dejar al monstruo atrás, y ahora que aparentemente mi hermano Lucas está en peligro, podrían haberme dejado venir sola, digo, no estamos en el mejor momento, la guerra es dura, y venimos de una guerra civil, y no pocos de los que nos han acompañado, ya no están entre nosotros.

Fue anoche, mientras todos dormían, y yo revisaba el avión que les robamos a los macrofagos, no fuera cosa que tuviera una sorpresita, Adelphos tuvo una pesadilla, no, no era una pesadilla, era alguna clase de advertencia. Los Macrofagos habían encontrado a mi hermano, de todos los niños del mundo, ¿qué posibilidad había de que encontraran a mi hermano sabiendo que es mi hermano? más de lo que yo podía esperar. Adelphos dijo que los Macrofagos pensaban o matarlo o reclutarlo a la fuerza al imperio macrófago. El peligro del que lo quise alejar, ahora lo iba a buscar. Algo dentro de mí se rompió, sentí como un dolor en el pecho y la garganta, y una dificultad para respirar. El cuerpo me pesaba, sentí frío en la espalda, y casi como si solo fuera respirar, pregunte

-Pero...¿por qué?- Se me entrecorto la voz, y cedí ante las lágrimas. En otro momento, hubiera dado lo que fuera por poder llorar, por poder liberar mi amargura, pero no en ese. Necesitaba convertir esa amargura en furia, como siempre, necesitaba algo de ese veneno que plagaba mí corazón, pero este se escapaba con mis lágrimas. Con los ojos mojados, no pude ver a Adelphos, pero sí escuché su respuesta:

-Por que, ya te había explicado que los mortales capaces de ver a través de la niebla son tan poderosos como los semidioses, y tu hermano, es un mortal capaz de ver a través de la niebla- Otra vez eso de "un mortal capaz de ver a través de la niebla", no era la respuesta que esperaba, realmente, no esperaba una respuesta. Las primeras veces que Adelphos me dijo que era una mortal capaz de ver a través de la niebla, pensé que solo era un halago, tal vez, una forma de referirse a como veo con el sonido, pero después entendí que era algo más. Supuse que era parte de las “mejoras” que me hizo Soña, o algo que había aprendido yo por mi cuenta, pero ahora, me enteraba que Lucas también posee este don, ¿también lo tendrá Carlos -mi hermano mayor, para quien no sepa-?, ¿lo tuvo alguno de mis padres? ¿y como que somos tan poderosos como Semidioses? Muchas preguntas estaban en mi cabeza, pero solo importaba Lucas.

Adelphos estuvo monitoreando las operaciones Macrofagas en la zona de Buenos Aires, y pudimos ver que se preparaba algo grande. La energía residual de la apertura de portales pululaba el área, las tropas imperiales marchaban por las avenidas, los jinetes de Disparagon volaban en círculos, como si de buitres se tratara, los hechiceros estaban apostados en las terrazas de los edificios, listos para disparar sus ataques mágicos, y nuestro portal se abrió sobre el Río de la Plata. De él emergimos Apolo, Ares, Adelphos, Hans, Mariano, Isabel, Mateo, nuestros dragones, y yo. Éramos un grupo pequeño, ya que el plan era pasar desapercibidos, intentar llegar al orfanato, rescatar a Lucas, e irnos sin llamar la atención. Nos dividiriamos en dos grupos, el de rescate, en donde íbamos Adelphos, Isabel, Mateo, Niebla (el Cortaleña de Adelphos), Bigotes (el alacambiante de Isabel), mis dragones, y yo, y el de apoyo, donde iban Apolo, Ares, Mariano, y Plateado (el Cascarrabias de Mariano). Mientras tanto, Hans haría de campana, no solo por ser quien mejor conoce Buenos Aires, sino por su capacidad para patrullar la zona con su electropercepción, y viajar rápidamente de un grupo a otro. Yo no recordaba bien donde estaba el orfanato, por lo que nos guiaría Adelphos, pero una vez que llegaramos, el plan era que Mateo se infiltrara convertido en sombra -que ironía, mi nombre clave era Sombra, y uno de los que me acompaña a salvar a mi hermano, alguien a quien yo ayude con un problema hace poco, puede convertirse literalmente en una sombra. Estas rimas del destino me comienzan a llamar cada vez más la atención- para ver cómo estaban las cosas dentro del edificio, luego de eso, Adelphos, Mateo y yo entrariamos, mientra Isabel y Bigotes esperaban camuflados cerca de una ventana por donde pudiéramos escapar. Bigotes puede camuflarse con cualquier cosa, y sus alas tienen el tamaño suficiente como para cubrirnos, así que era un escape seguro. Dentro del Orfanato, el sigilo sería indispensable, por lo que Mateo y yo iríamos a la cabeza, dejando a Adelphos como “truco bajo la manga”, y para que con sus poderes mentales, pudiera, no sé, ¿calmar a Lucas? Apolo solo dijo que sus poderes mentales serían muy útiles para el rescate, pero no dijo cómo, así que pensábamos confiar en esa capacidad que tiene Adelphos para siempre saber qué hacer, bueno, casi siempre. Mientras tanto, el grupo de apoyo estaría alerta, listos para ir en nuestra ayuda, o crear algún tipo de distracción de ser necesaria. En caso de que Hans necesitará alertar a mi grupo de algún peligro, él debía provocar tres truenos seguidos, y en caso de que necesitáramos apoyo, Hans debía provocar un trueno tras otro, hasta que llegue el apoyo, o decida intervenir él mismo, y ¿como alguien con poder sobre la electricidad pero no el clima podría crear truenos?, fácil, dijo Apolo, Orion invoca una tormenta eléctrica, y Hans controla la electricidad de esta, induciendo rayos, y los truenos se generarán en consecuencia.

Era un buen plan, y todos estaban de acuerdo, menos yo, que me quede cayada y solo asenti sin pensar. Me sentía mal, sentía culpa, tristeza, algo de alegría, miedo, pero me sentía bien al ver como mis compañeros me apoyaban. Tenía miedo de encontrarme de vuelta a Lucas, tenía miedo de enfrentar las consecuencias de mis acciones, tenía miedo de lo que pudiera haberle pasado, tenía miedo de lo que podía pasar, tenía miedo de que pensara de mi, que me convertí en un monstruo, que lo abandone en un orfanato, que fui responsable de la muerte de nuestros padres. No me sentía capaz de afrontar esta misión, me sentía inutil, no quería ir, pero tenía que ir. Yo dejé a Lucas en ese orfanato, yo lo tenía que sacar. Y tenía una lucha interna entre el monstruo sediento de sangre, capaz de descuartizar Macrofagos como quien pela una banana, y una parte de mi que pensaba muerta, mis emociones, que ahora salían a presión como una gaseosa agitada, como la onda expansiva de aquella explosión, de la Refinería de Petróleo en Venezuela, que destruí condenando a otro país a caer en las garras del Imperio. El monstruo tenía que ganar, al menos, ese día, que era cuando más lo necesitaba, pero estaba perdiendo. No se si se me notara, o si fue con sus poderes, pero Adelphos se me acercó:

-¿Cómo te sientes?-

-Mal- Respondí tratando de evitar la conversación. Podría haberle dicho “Bien”, pero no tiene sentido intentar mentirle.

-No hace falta leerte la mente para saber que eso es verdad-

-Entonces, supongo que no será necesario explicar que me pasa-

-No tienes que tener miedo a pedir ayuda. Ya sabes que puedes contar con nosotros-

-Lo se, ya les pedí mucha ayuda, y me dieron más de la que merecía. Les tengo que dar las gracias, sin ustedes, seguiría siendo el monstruo frío y sin corazón que conocieron en Berk. Pero ahora, necesito ser ese monstruo una vez más, y siento que no puedo-

-Ese monstruo ya no existe, dejaste atrás el mal que te hicieron los Macrofagos, pero toda esa habilidad y fortaleza sigue en ti, es parte de quien eres. Las cosas de las que eres capaz las haces tu misma, no el monstruo. Deja que el monstruo se vaya, confía en ti-

Mire a sus ojos, y pude ver escenas felices de mi infancia. Mis padres estaban vivos y juntos, yo jugaba con mis hermanos, e iba a la escuela. Mis notas no eran las mejores, pero tenía amigos, y la inocencia del optimismo. No veía las nubes del futuro, y en medio de la tormenta, yo estaba en mi propio ojo, en donde no llovía, y se veía el cielo celeste. Era la parte feliz de mi vida, era reencontrarse con Lucia Suárez, salir de la Sombra, y encontrarme. Entonces, como un reflejo, con la certeza con la que suelo apuñalar, abrace a Adelphos. Recordé aquella vez cuando Josian Cross se había apoderado de nuestra isla, Apolo, Ares y yo volvíamos de una misión, y nos encontramos a Adelphos desesperado. Nos abrazo a cada uno de los tres, y cuando me abrazo a mi, yo me limité solo a sonreír. En ese entonces, me pareció algo molesto e innecesario, pero ahora, yo lo sentía. Podría haber actuado un abrazo en cualquier momento, pero este era auténtico. Adelphos se quedó sorprendido, pero luego nos quedamos abrazados unos segundo, hasta que dije:

-Bueno, tenemos un hermano que rescatar. Vamos-

Ahora estábamos volando hacia Buenos Aires. Apolo y Hans volaban por sí solos, los demás íbamos en dragones. Adelphos, Mateo y yo íbamos en el lomo de Niebla, Mariano, Apolo y Ares, en el de Plateado, e Isabel sola en Bigotes (los Alacambiante no son muy buenos cargando peso), y mis Terrores Nocturnos seguían a Niebla. Yo tenía a Juan en brazos, y lo estaba acariciando como si fuera un gatito. Eso yo lo solía hacer para felicitarlos luego de una misión o un entrenamiento exitoso, pero ahora, solo lo acariciaba, porque si… Volviendo a la historia, teníamos un buen plan, pero no pudo ser. Queríamos pasar desapercibidos, pero no esperábamos encontrarnos cara a cara con eso que vimos. Todo estaba tranquilo, y Orion comenzó a invocar la tormenta. El cielo se oscureció, los rayos aparecieron, y justo cuando pensábamos separarnos en los grupos, aparecieron unas siluetas completamente negras. Parecían dragones, pero eran humanos, cuyas almas eran proyectadas en forma de un dragón completamente negro, por los que los llamamos Vantagons, en homenaje a algo llamado vantablack que menciono Adelphos. Con solo una poción, un humano cualquiera se convertía en eso, y adquiere piroquinesis. Lo que combatiamos, era un alma materializada, y el humano era el corazón. Nuestros ataques podían llegar a abrir agujeros en la proyección, volviendo parte de esta en una sustancia etérea, pero que rápidamente, volvía a materializarse. Mateo intentó usar su poder sobre las almas contra los Vantagons, pero la proyección hacia de armadura, dificultando su control. Parece que este tipo de soldados suelen volar a gran altura, casi en la exosfera, patrullando un gran terreno desde las alturas, y cayendo en picada sobre el enemigo. Primero, era uno solo, pero terminamos enfrentando seis. Para luchar contra ellos, primero teníamos que abrir un hueco en la proyección, y rápidamente, atacar al humano, todo mientras esquivábamos el fuego. Adelphos quiso invocar planta desde el Río de la Plata, para inmovilizar a los Vantagons, pero ese río está tan muerto y envenenado, que no fue posible, y estábamos algo lejos de la tierra para que invocara plantas terrestres, por lo que su papel fue guiar a Niebla, para que con sus afiladas alas cortará a los Vantagons, permitiendo a Apolo, Orion y Hans atacar a los humanos. Adelphos y Niebla, abrían cortes, Isabel y Bigotes disparaban el ácido de este último para expandir los cortes, y retrasar la regeneración, Mateo absorbía el “humo” de las proyecciones rotas, impidiendo su reorganización, yo lanzaba cuchillos arrojadizos a los humanos, cuando tenía la oportunidad, Orión y Hans volaban de un lado a otro, tirando potentes rayos contra los Vantagons, rompiendo sus proyecciones, para después atacar a los humanos, y Apolo, montado en Plateado, junto a Mariano, daba los tiros de gracia. Me acuerdo que cuando comenzó la pelea, Apolo intentó deshacerse de nuestros atacantes usando su visión caliente, pero todo su calor era reflejado en forma de peligrosas llamaradas de fuego. No fue nada fácil, pero finalmente, acabamos con el último cuando ya estábamos sobre la ciudad. Recién ahí comprendimos que el objetivo de los Vantagons no era solo acabar con nosotros, era guiarnos a la ciudad, en donde ya nos esperaban sus compañeros -Los humanos dentro de los Vantagons usan todos los chiches de los pilotos de avión, incluidos, sistemas de comunicación-. La artillería antiaérea de los magos nos recibió tratando de derribarnos con toda clase de ataques, por lo que tuvimos que aterrizar. Adelphos convirtió a Niebla en una serpiente para guardarla en su Morral, sacó su arco y flecha, y junto a Apolo, Ares, Orion y Hans, enfrentó a los magos, mientras Isabel, Bigotes y yo cubriamos a Mariano, que le estaba dando una poción curativa a su dragón, que había recibido un disparo durante el aterrizaje, y luego nos unimos a la batalla. Mateo convertido en sombra podía aparecer en cualquier lugar oscuro que se “conectara” con la sombra en que se zambulló, por lo que en un momento lo tenias al lado, y al segundo, a diez metros, Isabel y Bigotes se fueron acercando de a vuelos cortos a las terrazas desde donde atacaban los magos, atacandolos de improvisto, Hans y Orión hacían de bombarderos tirando rayos desde el cielo, y Adelphos hizo brotar un árbol, con el que él, Apolo, Ares y yo llegamos rápidamente a las terrazas, donde nos unimos a nuestros compañeros. Para hacer frente a la cantidad de magos que nos disparaban, Apolo dio la orden de dividirnos. Hans y Orion irían en la delantera, por su capacidad de volar e invocar rayos, haciendo uno de positivo, y el otro de negativo, inmediatamente detrás de ellos, irían Apolo y Ares, yendo el primero a la derecha, y el segundo a la izquierda, mientras los demás íbamos en la retaguardia, adelantandonos cuando fuera necesario. No era el mejor plan, pero era un plan, y mejor que nada es, pero aparte, no había mucho tiempo para pensar, así que fuimos para adelante. En las terrazas, los magos invocaron una especie de paredes de cristal rojo con las que cubrirse y disparar. Hans y Orion atacaban desde el cielo, y por detrás, pero algunos de los magos generaron escudos de energía con que cubrirse. Los demás, teníamos que avanzar sobre el enemigo, Mariano e Isabel lo hacían montados en sus dragones, Adelphos atacaba con sus flechas especiales, y luego invocó una parra, cuyas ramas se endurecieron en torno a los edificios, creando puentes por donde cruzar. Por esos puentes, cruzaron Apolo, Ares, Mateo y él, yo por mi parte, tomé mi silbato, me lo colgué al cuello con un collar que había improvisado hace unos días, y llame a mis dragones. Los Terrores Nocturnos son demasiado pequeños para montarlos, pero encontramos una solución hace bocha de tiempo, Juan me sostenía de la espalda, otros dos de los brazos, y los demás, o al menos, parte de la bandada rodeandonos. Yo a eso lo llamo "hacer un enjambre", y es algo que permite volar distancias cortas y acercarse rápidamente al enemigo. Hasta el momento, nuestro récord fue un vuelo de seiscientos metros sin escalas, aunque podemos hacer vuelos más largos, si hacemos escalas para cambiar a los dragones que me cargan, pero para esto, ni haría falta, ya que la mayor distancia sería veinte metros, y las únicas escalas serían los enemigos. Los magos se enfocaban en disparar hacia mis compañeros, que eran quienes los atacaban directamente, por lo que yo me enfoque en atacarlos por atras, en la vieja táctica de atacar y huir, atacar y huir, atacar y… Ya se entiende el punto.

En cada “pared de cristal” había entre cinco y siete magos, no los conté. Mis dragones y yo aparecíamos por atrás, yo degollaba a uno, ellos mordían a otro, y nos íbamos antes de que llegaran a entender que pasaba. Mi papel en ese combate era secundario, pero daba una ventaja a mis compañeros, en especial, cuando le acertaba al mago que había generado la pared de cristal, dejando indefenso a su grupo. Me acuerdo en una de esas, que mate a uno, la pared se disolvió, los magos se giraron para apuntarme, y justo llegó Mariano montado en Plateado. El dragón se levantó sobre sus patas traseras rugiendo, y pegó flor de zarpazo a los Macrofagos, que salieron volando hacia el vacío, en una muerte casi segura. Íbamos ganando, y el orfanato estaba a la vista. Hogar de Niños Ramón L. Falcón, nombre muy apropiado para un orfanato controlado por los Macrofagos. Los Magos ya no eran un problema, y en la calle nos esperaban tropas comunes, la cosa sería sencilla, pero algo pasó, la tierra comenzó a temblar. En el suelo, los Macrofagos cruzaban rápidamente portales, despejando la zona para lo que vendría, y los Magos que pudieron, hicieron lo mismo. Un terremoto en Buenos Aires, justo lo que faltaba, pensé. Los edificios en los que estábamos comenzaron a ceder por el temblor, Hans gritó que estaban llenos de gente que no podía escapar, Apolo dio la orden de sacarlos ahora mismo, Adelphos invoco plantas para tratar de contener los edificios y crear medio para sacar a la gente, yo pensé en romper alguna ventana, y sacar con mis dragones a los que pudiera, pero no hubo tiempo. Esas cosas emergieron de la tierra, y la gravedad hizo lo suyo. Con sus bocas de tres mandíbulas abiertas y dientes giratorios, molieron los edificios con solo emerger, y los túneles por los que vinieron, cedieron al peso de la ciudad, hundiendo parte de esta, a la vez que las entrañas de la ciudad salieron a la luz, revelando las cloacas y los subtes. Hans salvo a Adelphos, Orion a Apolo, e intento salvar a Ares, pero no llego a tiempo, Mariano y Plateado salvaron a Mateo, Isabel y Bigotes solo escaparon, y yo hice un enjambre con mis dragones, para aterrizar con suavidad. Nos reunimos en las ruinas del edificio que sepultó a Ares, y ni bien llegamos, lo vimos mandar a volar un pedazo de escombro, para salir de abajo. Estaba ensangrentado y furioso, Adelphos se apresuró a sanarlo, pero en lugar de dejarse curar, apartó a su hermano, para acercarse a los otros dos a reclamarles que lo dejaron caer. Apolo y Orion le decían que lo intentaron, pero no llegaron, él, que lo esquivaron. La llama del conflicto entre Apolo y Ares parecía volver a encenderse, pero fue interrumpida por algo que asomó desde las ruinas.

Era una criatura tan grande como algunos de los dragones más grandes que he visto -me comentaron que hay dragones aún más grandes, como algunos dragones marinos o un tipo de dragón al que llaman Alfa, pero no los cuento, porque nunca vi uno-, con una aspecto parecido a un oso hormiguero, pero con tres mandíbulas que podían abrirse en un gran círculo con dientes rotativos, o cerrarse en una especie de trompa. Su piel era suave como la de un bebe, pero increiblemente resistente (en toda la pelea, ni un puto rasguño le pudimos hacer), y de esta crecian enormes espinas, en especial, en su larga cola, desde donde podia lanzarlas, y en su espalda, tenia dos alas, parecidas a las de muchos dragones, pero estas no servian para volar, sino, para cubrirse, como si fueran un escudo. Por último, la criatura tenía un arnés, que sobre la columna de la criatura culminaba en una cápsula blindada, en donde iba el piloto, un soldado macrofago que por medio de un vínculo telepático, controlaba al ser. Adelphos intentó romper el vínculo usando sus poderes, pero la cápsula tenía una capa de plumbato de aluminio, por lo que sus ondas mentales simplemente no podían pasar. Apolo ordenó:

-Adelphos, Lucia, Isabel y Mariano, vayan para el Orfanato, los demas, ayudenme con esta cosa-

Pensábamos hacerle caso, pero aparecieron otros iguales, que nos rodearon. Era todo un regimiento de monstruos y sus pilotos. Adelphos leyó las placas que estos seres tenían en los arneses, y dijo:

-Capelobos, Capelobos v6 “Tank II”, así se llaman. Son parte de las creaciones de Soña, su piel es invulnerable, pero su interior no. En esos arneses van los pilotos en cabinas con blindaje metálico. Los pilotos controlan a las criaturas con un enlace telepático pero no puedo romper el vínculo porque el blindaje tiene una capa de plumbato de aluminio- Me gustaria saber como hace Adelphos para saber todo de algo tan rápido, muchas veces en medio de la batalla, aparece algo que nunca vimos, y el tipo sabe que son, y hasta descubre cómo atacarlos, supongo que tendra algo que ver con ser hijo de Quensalcoaltlu, no... Quetzalcóatl, así se dice. En el caso de los Capelobos estos, la placa decía “Capelobo v6 “Tank II””, y los emblemas del Imperio y del Ministerio Imperial de Ciencia y Ocultismo, pero no vi que tuviera ningún tipo de detalle o algo con lo que Adelphos pudiera saber las características de estos bichos, pero bueno, ya estamos acostumbrados, y es raro que se confunda. El día anterior, cuando buscábamos información sobre los amigos del padre de la chica esta… Yanet, Adelphos hizo lo mismo, con todos las fotos girando a su alrededor, y él extrayendo su información. De entre esos bichos, uno que estaba pintado de negro con lineas rojas, y cuyo arnes tenia detalles en oro dio un paso adelante, y con las mandibulas cerradas, tiro un disparo de fuego con el que nos encerro en un círculo. Su piloto nos habló a través de, supongo yo, un altavoz:

-Soy el Teniente Julião Meléndez del Regimiento N°164 de Caballería Macrofaga. Estoy dispuesto a aceptar sus términos de rendición, antes de que tengamos que seguir causando más muerte y destrucción. Estoy seguro que podremos llegar a un acuerdo en que ambas partes estemos de acuerdo. Les daré tiempo para que lo hablen entre ustedes, y se pongan de acuerdo-

Me dieron ganas de mandarle una puteada, y ya la tenía en la punta de la lengua, pero Apolo nos hizo un gesto para que nos acercaramos:

-Obviamente, no nos vamos a rendir- Me adelanté a decir, algo preocupada temiendo que no pudiéramos rescatar a mi hermano.

-La cosa está difícil, pero hemos pasado por cosas peores, pero esta vez somos pocos, tendríamos que haber traído más gente- Respondió Apolo

-¿Y qué importa que seamos pocos? Yo conozco gente, humanos comunes y corrientes, que solos han sido capaces de enfrentar ejércitos enteros. Algunos de nosotros tenemos poderes, otros habilidades, tenemos armas, dragones, pociones, ¿por qué tendríamos que rendirnos? Sigamos luchando, y que pase lo que los dioses quieran. Si quieren que ganemos, ganaremos, sino, al menos habremos tenido una muerte digna, y un lugar asegurado en el Valhalla- Dijo Hans. Lo último me preocupó, si moríamos, no podríamos rescatar a Lucas. Creo que mi preocupación fue captada por Adelphos, que dijo:

-Pero cariño, si nos morimos, no podremos rescatar a Lucas-

-Propongo que Adelphos abra un portal a casa, nos escapemos y volvamos con refuerzos más tarde- Dijo Ares algo molesto, supongo que arrastrando el enojo de antes

-Mi hermano está en peligro ahora, no podemos dejarlo para otro momento, ¿vos acaso abandonarías a un hermano, solo porque es difícil salvarlo?- respondí comenzando a enfurecerme

-No se que haría yo en ese caso, pero estamos en esto porque tú abandonaste a tu hermano- apreté mis dientes y lleve mi mano a mí falcón, pero tanto Mateo como Adelphos me sostuvieron para que no cometiera una locura, mientras Apolo le pego un grito:

-Ares, no es momento de salir con esas cosas-

-Pero si es verdad, estamos acá para rescatar a su hermano, que está en peligro por que ella lo dejo aca- respondió, pero Adelphos lo interrumpió, gritándole -Ares- Yo hacia fuerza para soltarme, y a Adelphos y Mateo ya les costaba, Ares me miro, y calmo un poco su voz -No me interrumpan, miren, estoy de acuerdo en rescatar a Lucas, pero ¿estamos dispuestos a perder todo por salvarlo? Osea, ¿cuantos inocentes murieron solo por lo que están haciendo los Macrofagos para pararnos? Cientos, tal vez miles, de muertos, solo para salvar a una persona, y ni siquiera sabemos si lo lograremos. Propongo que volvamos a la base, traigamos refuerzos, y les demos a estos Macrofagos la madriza que se merecen- Me ardía en el alma, pero tenía razón. Nunca esperé escuchar algo tan sensato de parte de Ares, que de los hermanos Jewel es el más violento y descuidado, y realmente, no se si lo decía en serio, o como una forma de cuestionar el plan y poder de Apolo, ¿cuántos hay que dicen cosas sensatas solo para obtener apoyo y desafiar a la autoridad?

-No hará falta, si lo que dice Adelphos de que son invulnerables por fuera, pero vulnerables por dentro, es verdad, tenemos una oportunidad, ¿o no primo?- Dijo Isabel, que había estado en un rincón hablando con Mariano, el cual continuó hablando:

-Propongo hacer la “Maniobra Muerte Roja”, que consiste disparar a sus bocas. Por lo que vemos, son capaces de disparar fuego, lo que significa que deben tener alguna bolsa de combustible. Si disparamos a sus bocas, podemos hacerlos arder por dentro-

-Es un buen plan, el tema es hacerlos abrir la boca. Vimos que pueden disparar con la boca cerrada, así que habrá que obligarlos- Respondió Apolo

-Puedo invocar serpientes para eso- Dijo Adelphos

-Y yo puedo tirar rayos contra las monturas de los pilotos, parecen de metal, ¿no?- Dijo Hans

-Tienen blindaje con aislación eléctrica, no va a ser muy fácil- Acotó Adelphos

-Solo necesito mayor potencia para atravesarlo, si logro el voltaje adecuado, puedo invocar rayos desde la ionosfera. La última vez que invoque uno de esos, deje un buen cráter incandescente- Respondió Hans

-Puedo ayudar con eso, elevo la actividad eléctrica de la tormenta, y habrá carga suficiente para que absorbas, y puedas invocar una cantidad decente de rayos de la ionosfera- Dijo Orion, y Hans estuvo de acuerdo

-Bien, entonces, Orion, aumenta la tormenta, y después baja a ayudar, Hans, anda con él, ya sabes que hacer. Isabel, Mariano, tomen a sus dragones, y vuelen por el área. Traten de ahorrar fuego para cuando uno de estos bichos abra la boca, si se quedan sin, denle estas pociones -les dio unos brebajes que no tengo ni idea de donde saco- para cargar en segundos. Adi, invoca serpientes para abrirles la boca, yo les disparó cuando lo hagan. Lucia, tu y tus dragones, encarguense de la distracción, si es posible, ataquen a los ojos. Ares, los arneses de estos bichos parecen de metal, ¿crees qué puedas romperlos? -Ares respondió algo así como "¿Acaso dudas de mí fuerza?", qué era justo la respuesta que Apolo esperaba- Mateo, tú que eres capaz de convertirte en sombra, necesito que te alejes lo más posible, veas cuantos monstruos nos rodean, y vuelvas cuanto a antes a decirme- Todos estuvimos de acuerdo con el plan, así que Apolo nos dio unas últimas indicaciones, y dijo en voz alta -Hey señor Meléndez -este respondió con un -¿Sí?-, y Apolo hizo una leve pausa, una pausa dramática, teatral, antes de decir con un tono de voz desafiante -Estas son nuestras condiciones-

Orion y Hans salieron disparados al cielo, a la vez que la tormenta empeoraba, oscureciendo todo, como si fuera de noche. Mariano e Isabel despegaron con sus dragones, apagando el anillo de fuego con el brusco aleteo. Adelphos estiró su brazo hacia la boca de las criaturas, y en su brazo crecieron unos pelos, que a medida que crecían y salían disparados hacia adelante, se inflaban, convirtiéndose en serpientes, decenas de serpientes venenosas, que mordían a los monstruos por dentro, haciéndoles gritar de dolor, momento en que Apolo los volaba con su visión caliente, o directamente, Adelphos les disparaba una flecha explosiva. La piel se deformaba sin dañarse, conforme a cómo ardían las entrañas de los Capelobos, solo para que luego la criatura se derrumbara con fuego escapando de boca y nariz. Isabel, Mariano, Bigotes y Plateado volaban en círculos sobre nosotros, y gracias a los años de entrenamiento junto a sus dragones, tenían la precisión para disparar en el espacio abierto entre las tres mandíbulas, justo en el momento que los Capelobos les estaban por disparar. Los disparos de Mariano y Plateado eran tan poderosos, que los Capelobos simplemente caían de rodillas, con el estómago expandiéndose por la explosión, y las trompas hacia arriba, abriéndose lentamente, como una flor, que en vez de pistilo, tiene un chorro de fuego. Los disparos de Isabel y Bigotes no eran tan potentes, pero tenían la ventaja de la invisibilidad y trepar. Un par de veces, los vi agarrados a la trompa de uno de esos monstruos, con Bigotes asomando su cabeza en la trompa para disparar. El ácido de Alacambiante es increíblemente ácido -¿que acabo de decir?-, y era capaz de disolver a los Capelobos por dentro, dándoles muertes lentas y dolorosas. Mis dragones y yo saltábamos de un Capelobo a otro, en lo que parecía la pelea entre un grillo y un dinosaurio, sin hacer demasiado, pero ayudando a mis compañeros. Aparte de pinchar ojos, otra cosa que hice, fue meter bombas de humo en sus narices, obligándolos a abrir sus bocas para respirar, y en el mejor de los casos, la bomba cae hasta donde está la bolsa de combustible, que con algo de suerte explota. El cielo, que hasta entonces era negro, se ilumino en un blanco con destellos azules, y la voz de Orion sono como si de un trueno se tratara, rugiendo -¡¡¡CUIDADO ABAJO!!!-, la señal que habíamos pactado indicaba la llegada del rayo que traía Hans desde la ionosfera. Antes de cubrirme los ojos con mi brazo izquierdo, que es donde tengo el brazalete de pirofosfato de oro construido por Adelphos, llegue a ver a Hans cayendo en clavado, con los pies hacia arriba, la cabeza hacia abajo, un puño listo para golpear, y una brillante estela de plasma azul a su paso. Desde la ionosfera, se extendia un rayo que se conectaba a Hans a través de sus pies, y a ese rayo llegaban miles de rayos desde todas las nubes, dejando todo su cuerpo cubierto por electricidad. El golpe, obviamente no lo vi, si lo hubiera hecho, estaría ciega, pero por lo que contó Apolo, cuyos ojos son extremadamente resistentes, debido a su visión caliente, cuando cuando Hans aterrizó, lo hizo dando un golpe en la cápsula del Capelobo de Meléndez. La velocidad y fuerza con la que cayó Hans fue suficiente para derribar al Capelobo, pero lo importante, creó un punto de contacto entre la ionosfera y la tierra, permitiendo el paso de cantidades masivas de cargas eléctricas. Todo el Capelobo fue rodeado por un haz de plasma electrificado, que se filtró en su cuerpo por cada poro no cubierto por su piel invulnerable, dejando solo una piel con restos de carbón molido en su interior. Algo que sí vi, bueno,  escuché fue el trueno doble, uno provocado por el golpe dado por Hans, y el otro causado por el megarrayo ese. El arnés y la cápsula, que hace segundos era una pieza blindada que los golpes de Ares apenas abollaban, ahora era una mancha de metal fundido sin rastros de su ocupante. Hans se levantó del cráter que había abierto, y gracias a todavía almacenar parte del poder de la ionosfera, se pudo lanzar contra los arneses de otros Capelobos. La piel invulnerable impedía el paso de la electricidad y del calor, pero no de la energía cinética que pasaba a deformar el interior de la criatura. Los primeros Capelobos atacados por Hans, terminaron con hemorragias internas, órganos destrozados, huesos astillados, y sus pilotos, electrocutados y calcinados, los últimos, solo cayeron al suelo, mientras las capsulas de sus pilotos se deformaban y salían volando. Unos cuantos Capelobos murieron, otros quedaron libres, y huyeron a vivir una vida pacífic… me acabo de dar cuenta que dejamos especies sintéticas libres en un ecosistema, ay, creo que a futuro vamos a haber un problema.

Lo importante, con trabajo en equipo, un buen plan, y un buen haz bajo la manga, pudimos salvarnos de esa amenaza, matando a unos y liberando a otros. Teníamos el camino libre hacia el orfanato, y en ese momento volvió Mateo, que con el pelo desordenado y con una postura algo encorvada nos preguntó

-¿Qué diablos fue eso? venía convertido en sombra, y esa luz me mandó a volar, no me dio ni tiempo de volver a formar mi cuerpo, y termine por allá- dijo señalando a la distancia el lugar donde había caído.

En el camino hacia el orfanato, íbamos contando lo que habíamos visto, para ponernos todos al tanto, y justo cuando habíamos parado para que Adelphos le diera una poción revitalizadora a Hans, que luego de luchar contra los Capelobos, había quedado agotado, se abrió un portal en el cielo, y de este salió un grupo autodenominado “Macrophage Archangels”, los Arcangeles Macrofagos, cuyo verdadero nombre es División Draconiana del Regimiento de Infantería Móvil (D.D.R.I.M.), división del R.I.M. de reciente formación, cuyos miembros son jinetes de dragones. Adivinen quien es el líder de este grupo, el flamante Sargento Cross, el mismo Josian Cross de siempre. En realidad, no es líder del grupo, es líder interino e instructor, pero da igual. Desde el cielo, Josian montado en Matador, y sus alumnos comenzaron a atacarnos. Algo que me llamó la atención, es que Josian en vez de su uniforme militar de siempre, vestía una armadura de escamas de Matador teñidas de negro, con unas alas plegables en la espalda, y un casco, parecido a los de moto, pero que se puede sacar y dejar colgando como si fuera una capucha de tela común. Un obstáculo más que retrasaba el rescate de Lucas, por suerte, Apolo nos ordenó a Adelphos, Orion y a mi, seguir, y lo hicimos, pero llevando también a Hans, que no estaba en condiciones de pelear. El terremoto causado por los Capelobos se había cobrado parte del orfanato, pero este seguía en pie, por lo que íbamos a entrar por la puerta principal. Me acuerdo que al ver lo que quedaba del edificio de estilo neoclásico con sus pisos de estilo Macrofago encima, Hans dijo

-Yo conozco este lugar, acá me trajeron los Macrófagos, luego de que Keith Einarson me traicionara- yo me preocupe por la casualidad, otra de esas casualidades que comentaba al principio, rimas del destino, todo muy raro, pero no hubo tiempo de pensar en eso, ya que apareció uno de los "Archangels", montado en un Skrill, y abrió fuego -electricidad más bien- sobre nosotros. La poción todavía no terminaba de hacer efecto, pero Hans saltó para recibir el disparo, disolviéndose para unirse a la ionósfera y regenerarse, pero recuperando energía al mismo tiempo, por lo que obtuvo un breve “Power-Up”, aumento de poder, que le permitió quedarse con nosotros más tiempo, y causar más daño, al quedar su cuerpo hecho de plasma caliente, con mayor control sobre la electricidad que el habitual. Era un estado temporal, si Hans vencia al Skrill, le podría robar la electricidad, para recuperarse y volver a la normalidad, si el Skrill lo vencia, se tendría que unir a la ionosfera, y supongo que lo tendríamos que ir a buscar y ayudarlo a recuperar la memoria, otra vez, y si Hans huía, o no vencía a dragón a tiempo, volvería a como estaba antes de recibir el disparo. Lo importante acá, Hans nos dijo que siguiéramos sin él, y le hicimos caso. Entramos por la puerta, y fuimos recibidos por una docena de pequeños humanoides de fuego que flotando, bajaban por las escaleras, dejando un rastro de fuego a su paso. Yo estaba bastante molesta, por lo que tomé mi facón, e intente herirlos para pasar, pero no había forma, el fuego cubría las heridas al toque, pero lo preocupante, cuando corte a uno de esos seres, salió sangre roja, algo que no esperaba en lo que creía, era un fantasma. Me fui para atrás sorprendida, y justo escuche a Adelphos decir

-Deténganse, no son lo que parece, puedo curarlos pero...- Pocos segundos antes, Orion había levantado los brazos para traer algunas de las nubes de la tormenta, cuando Adelphos empezó a hablar, las nubes cubrían el techo de la planta baja, y al escuchar a su hermano, Orion bajo los brazos, y todas las nubes que trajo se convirtieron en agua que cayó sobre los seres que nos rodeaban, matándolos al toque. Adelphos termino su frase con un -Noooo…-

Los humanoides de fuego no eran fantasmas, no eran monstruos, no eran creaciones de Soña, eran simples niños hipnotizados, bajo los efectos de una poción de Alma Ígnea, poción que hace que los compuestos alquímicos del alma escapen al exterior del cuerpo en forma de un aura de fuego. Era un efecto fácil de revertir, siempre y cuando, el fuego no se apague, caso en el que el alma abandona el cuerpo, y esto último había pasado. Alrededor nuestro, diez pobres e inocentes niños, de entre tres y diez años yacían muertos, de forma irreversible. Los tres quedamos impactados, en especial Orion que cayó arrodillado, sintiéndose culpable. Adelphos se le acercó, lo tomó del hombro, y le iba a decir algo, cuando escuchamos un disparo viniendo de arriba. Ambos recordamos la visión que él había tenido anoche, y corrimos hacia arriba, él rogando a los Dioses que no fuera cierto, yo puteando. Superamos la escalera del primer piso, y en el segundo, nos encontramos a Morgan, quien había preparado a esos niños de fuego para retrasarnos. Morgan nos atacó, yo logré evitarlo, pero Adelphos no, y tuvo que quedarse a enfrentarlo. Yo seguí subiendo, dejando atrás las plantas de estilo neoclásico y ascendiendo por los pisos y paredes de cristal rojo, similares a una colmena, hasta que llegue al que al menos ahora, era el último, un piso sin techo ni paredes, a excepción de los restos que quedaban del resto. Escuche un zumbido a mi derecha, y pude ver un portal cerrándose, y por más que corrí, no lo pude alcanzar. Un rastro de sangre salía de una de las habitaciones y llegaba hasta donde se cerró el portal. La visión de Adelphos se había cumplido, todo había sido en vano, tanta muerte y destrucción, tanto que habíamos arriesgado, todo para absolutamente nada. Caí de rodillas llorando gritando -Lucas, Lucas ¿dónde estás?, la puta madre, hermanito, soy yo, Lucía, ¿donde mierda estas?- Yo lloraba desconsoladamente, mis dragones llegaban, y me rodeaban, como los familiares y amigos en un funeral. Una ciudad en ruinas, miles de muertos, todo para nada. En ese momento, escuche una voz diciendo en tono burlón:

-Lo siento princesa, pero Lucas está en otro castillo- era Josian, que apagando las hélices de sus alas, y plegando estas últimas, a la vez que se erguía luego de su aterrizaje -Este es el fin de la línea, no hay más escape, basta de huir. Tu y tus amigos tienen orden de captura, mi deber es arrestarlos. Toda tu vida la pasaste huyendo- caminaba lentamente hacia mi -primero, tu y tus padres huyeron de Ushuaia, luego, huías de tu casa, negándote a aceptar lo que vivías, y viste lo que no debias. Tendrías que haber dejado que esos Agentes te capturaran, hubiera sido más fácil, solamente, tus padres te iban a buscar a la comisaría, pero no, huiste, y tuvieron que soltar un Familiar. Los Familiares son algo explosivos, en especial, cuando no comen en días, y tu tendrías que haber aceptado tu destino, morir en esa hoguera, pero no, huiste, y por eso, tuviste que hacer ciertas cosas. Luego, le huiste a tu hermano, y comenzaste una huida sin destino, hasta que Soña te acogió en nuestro Imperio, y aún así huiste. Luego, tus ataques en ciudades eran atacar y huir, ¿cuántas veces huiste?, eso hasta que le huiste a esa rutina, para unirte a un grupo del que huir constantemente a masacrarnos a nosotros, los macrofagos, tus antiguos compañeros, y ahora, les huis a tus compañeros de la Tribu Aurora, para rescatar a tu hermano, a ese del que huiste- se detuvo frente a mi, y Matador aterrizó a mi espalda, mientras mis dragones graznaban asustados. Él sacó tomó un puñal con filo de energía, que guardaba en un bolsillo de sus pantalón -Soña pagaría muy bien a quien te entregue viva, pero no me interesa ese dinero, solo quiero vengar a mis compañeros caídos, y evitar que más caigan bajo tu filo, bajo este peligro que no debería existir, ese error del Imperio. Tu lista de huidas acaban ahora- Adelante tenía a uno de los mejores soldados imperiales que conocia, atras, a un puto dragón escupe plasma, si iba a morir, no iba a ser sin luchar. El llanto me impedía hablar, pero aún así, me esforcé, me tragué mis lágrimas, lo mire a los ojos, y le dije

-¿Vos decis que yo estoy siempre huyendo? ¿Qué hay de vos?- comencé a levantarme, Matador cargo un disparo de plasma, pero Josian le hizo un gesto de que no dispare -Según estuve leyendo, traicionaste a tu familia por el Imperio solo por tus temores infantiles-

-Mentira- respondió -Me uní al Imperio en busca de un futuro mejor, y los necios de mí familia no fueron capaces de entenderlo-

-Ahh, y por eso los mataste- dije, mientras tomaba mi facón, y me ponía en guardia. Josian hizo lo mismo, su puñal se extendió, pasando a ser una espada, y en su brazo izquierdo, apareció un pequeño campo de fuerza que actuaba de escudo. Él arremetió la primera estocada

-Yo no los mate, el Teniente Heclarson me engaño- ataje su ataque con mi brazalete, di una vuelta para atrás y lancé tres cuchillos arrojadizos

-¿Como que te engaño? Pensé que eras inteligente, parece que me confundí- con su escudo, detuvo dos de los cuchillos, el tercero le rozó el casco, en donde iría una de sus orejas. Josian le silbó a Matador, quien comenzó a cargar un disparo de plasma, yo me dispuse a rodar, pero Juan se tiró en picada a morderle el cuello, y junto a los demás, lo obligó a disparar para arriba. Matador es uno de los dragones más poderosos que he visto, el único de su especie que conozco, pero mis Terrores Nocturnos son muchos, y saben trabajar en equipo, con lo que lograron obligar al dragón de Josian a volar en un intento de sacárselos de encima. Mientras yo peleaba con Josian, mis dragones lo hicieron con su dragón.

-Yo era un novato, habíamos atacado el pueblo en que nací, y por la noche, me pase de tapas. Heclarson me llamó, me dio una escopeta, y me hizo ejecutar a dos enmascarados. Al sacarles las máscaras, supe que eran mi padre y mi hermana- dijo, mientras esquivaba un intento mío de acuchillarlo

-Entonces, debo suponer que sos un idiota más que solo sigue ordenes- hizo otra estocada, esta vez me abrió un corte en el costado. Trate de aparentar que nada pasaba, pese a que la quemadura dejada por la energía del filo ardía bastante -¿Qué fue de ese Teniente Heclarson? Imagino que lo sancionaron, ¿no? Engañar a un oficial para que ejecute a dos familiares, debe ir contra las reglas-

-En esa época, Heclarson era General, y el General Dolfmitsh, que por antigüedad, era de mayor rango, lo castigó con insultos y degradandolo a cabo. Ahora es Teniente, y es posible que vuelva a ser General, algún día- lentamente, comencé a caminar trazando un círculo en torno a Josian, con la intención de atacarlo por el costado derecho, el costado donde portaba su espada.

-Que vergüenza, un General excede su autoridad, y sigue su carrera casi como si nada. Y después decís que buscan "un futuro mejor"- Salté para atacarlo, pero me dio un codazo en la boca del estomago, que me hizo perder el equilibrio, sin llegar a caer. Lo que sí me hizo caer, fue la patada que me dio Josian

-No todo es blanco y negro, hasta en los buenos hay maldad y corrupción, el Imperio es muy grande, no se puede controlar a cada hombre- tomo su espada con sus dos manos, y se dispuso a abrirme el estomago -Supongo que es el coste por la libertad- En el último segundo, yo rode, esquivando la espada, por poco, ya que me abrió un tajo en la espalda -Joder, ¿que no puedes dejar de huir?- La espada se había hundido en el suelo, Josian se esforzaba en sacarla, era una oportunidad de dos segundo, así que me levante, e intente clavar mi facón entre los anillos de la armadura, que cubría su vientre. El estaba doblado, y la separación entre los anillos era notoria, pero por debajo, entre los anillos, había tela anticortes, por lo que mi facón no le hizo nada. Entonces, Josian apretó un botón en el mango de la espada, la energía del filo aumento, y como si fuera un cohete, salió disparada desde el suelo. Josian sostuvo el mango, y aprovechó el impulso para golpearme con el pomo en la cara. Caí unos metros hacia atrás, con un moretón en crecimiento y algunos dientes sueltos que escupí tan pronto como me levante. Mi facón había volado lejos, por lo que tomé uno de mis cuchillos arrojadizos como sustituto, no era lo mejor, pero algo era. La energía del filo de esa espada no genera calor, no cauteriza las heridas, solo es energía fluyendo a gran velocidad, como una sierra de cadena, y estaba perdiendo sangre por las dos heridas que me abrió. Si no terminaba la pelea pronto, me desangraría, necesitaba pensar algo rápido. Josian tenía toda la ventaja, una armadura que me era impenetrable, esa espada, ninguna herida. Me recordó a los Capelobos de antes, y eso me dio ánimo. Metí mi mano en uno de los bolsillos de mi cinturón, buscando bombas de humo, Josian se dio cuenta, por lo que apuntó con su espada, y disparó un pequeño haz de energía, que ataje con mi brazalete, creando una lluvia de chispas. Donde caían las chispas, nacía fuego, incluida mi manga. Mi manga estaba en llamas, por lo que la tuve que arrancar, descubriendo mi brazo, no sin antes, aprovechar para encender las bombas.

Lance las bombas directamente contra Josian, quien comenzó a toser, a la vez que quedaba momentáneamente enceguecido. Apreté mis ojos, y guiandome por el oído, me colgué de su espalda, y le arranque el casco. El casco abierto, se ablando, como si fuera de tela, y lo tiré por ahí, antes de intentar degollarlo, pero no pude, ya que él intentó golpearme con su espada. Salte a tiempo, y logre que él abriera un tajo en su armadura. Gruño de dolor, apretando los dientes para no gritar, yo por mi parte, corrí hacia el humo, ya no el de mis bombas, sino, el del incendio que había nacido de las chispas de antes. Mi figura se distinguía entre el humo, y con la espada en alto, Josian corrió hacia mí, sin saber que a mi espalda, había fuego. Salté y lo hice caer. Su armadura lo protegía de las llamas, pero su cara estaba expuesta. Se levantó gritando, cubriendo la cara con sus manos, yo quise aprovechar para abrirle el cuello, pero él se anticipó, soltó su cara, y tomó su espada. Yo estaba muy cerca para esquivarlo, haci trate de atajarlo con mi brazalete, pero era justo lo que Josian quería. La espada pasó sin dañar mi brazalete, pero se hundió por encima del codo, cortando piel, nervios y músculo hasta llegar al húmero, y luego bajar hasta mi panza, por donde me empalo. La espada entraba por mi panza y asomaba por mi espalda, desde mis heridas, brotaba la sangre a presión, me costaba mantenerme despierta, mi brazo izquierdo parecía muerto, y si no fuera porque Josian me sostenía con su espada, hubiera caído al suelo. Él acercó su cara a la mía para decir -Touché-, y yo tuve la oportunidad perfecta. Los dedos de mi mano derecha se estaban entumeciendo, pero hice un último esfuerzo para apretarlos, y llevar ese cuchillo arrojadizo directo a la garganta de Josian. Su rostro, pasó de una sonrisa burlona a un gesto de horror. Use mi peso para tirarme hacia un costado, y arrastrar el cuchillo para abrirle la garganta. Ambos caímos de espaldas, cada uno para su lado, mientras el fuego se acercaba ¿Podía mi vida terminar de esa forma? ¿desangrada y quemada tras un último enfrentamiento? Antes lo hubiera aceptado, pero ahora tenía motivos para vivir, tenía mis amigos, mi familia, tenía que rescatar a mi hermano, después de tanto sacrificio, no podía no salvarlo, no podía morir, como diría Josian, no podía volver a huir, así que me arrastré hacia las escaleras. No podía pararme, no sentía las piernas, por lo que tuve que rodar. Bajé un piso rodando, recibiendo más heridas que antes, y comencé a arrastrarme hacia el siguiente, pero costó más que antes. Comencé a ver borroso, me había golpeado la cabeza, y seguía perdiendo sangre. Mis dragones me rodearon, frotándose en mi como tratando inútilmente de ayudarme. Vi a Juan frente a frente, quien me olfateó, antes de volar escaleras abajo. Lo mire, y otra vez vi borroso, y tuve un flash, como una visión de una van blanca, una van con los símbolos del Imperio, que se alejaba a través de las ruinas de la ciudad. La veía desde cada vez más alto, como si me alejara flotando. Yo gritaba -¡Lucas!- pero nadie me escuchaba, y cada vez estaba más alto.

Al mismo tiempo, empecé a escuchar una voz lejana que me llamaba

-Lucia, Lucia, no te vayas, quédate con nosotros- Comencé a bajar, y la voz sonaba cada vez más alto -Lucia, por favor- Desde el aire, veía el orfanato, y a medida que me acercaba, mi vista se volvía otra vez borrosa -No te vayas- Era la voz de Adelphos, y cuando deje de ver borroso, vi sus caras, Adelphos, Hans, Orion, Apolo, Ares, Juan, Mariano, Isabel, Mateo, Bigotes, Plateado, Niebla, y todos los dragones de la bandada de Juan. Todos estaban a mi alrededor. Adelphos había cerrado mis heridas, ya no estaba muriendo, pero sí que estaba muy debilitada, seguro que tendría que pasar unos días en cama para recuperarme.

-Me alegra verlos a todos juntos amigos, me alegra seguir con ustedes- Se sorprendieron por lo que decía, supongo que habrán pensado que estaba delirando -Los quiero mucho, son como una familia, no, somos una familia- y en este punto, los debo haber convencido.

-¿Qué pasó ahí arriba? ¿Dónde está tu hermano?- Pregunto Apolo

-En la van, en la van blanca- Respondí Adelphos puso sus manos en mi frente, y dijo

-Rápido, Hans, Orion, vuelen hacia el este, y busquen una van blanca, Isabel, Mariano, tomen a sus dragones y siganlos. Apolo, toma a Niebla y ve con ellos, por favor, Lucas va en esa van, no dejen que llegue al Puerto- Apolo monto a Niebla, y dijo -¡Vamos!-, e hicieron caso a Adelphos. Cuando se fueron, dije -Gracias- y Adelphos me dijo que no hacía falta.

En cambio, Ares preguntó que me había pasado, y le dije que enfrente a Josian, y que creía haberlo matado. Adelphos, Ares y Mateo se miraron sorprendidos, y estos últimos dos subieron a ver qué había pasado. Al bajar, Ares dijo

-Hay sangre por todas partes, pero ni rastro de Josian- Supuse que al igual que mis dragones vinieron a ayudarme, Matador había hecho lo mismo con Josian. Por ahora, no tengo forma de saber si sobrevivió o no, pero eso ahora no importa. Un rato después, volvió el resto del grupo, y Apolo traía en sus brazos a un chico de catorce años, que con solo verlo, pude saber que era Lucas. Los chicos encontraron la van rápidamente, Apolo usó su visión para calentar y ablandar el pavimento, de forma que la van quedó pegada, y no pudo avanzar, en su interior, iban Soña, y un Macrofago random, y ambos fueron reducidos con facilidad. Soña fue la que más se resistió, y la tuvieron que dejar semienterrada en pavimento caliente para que no molestara. Abrieron las puertas de atrás, y encontraron a Lucas en un TA.M.E.R., Soña les advirtió que estaba en coma inducido mientras la máquina curaba sus heridas y comenzaba el escaneo para modificarlo, que no debían sacarlo porque era peligroso. Apolo tomó la decisión correcta, correr el riesgo y sacarlo, dijo que cualquier cosa, sería su responsabilidad. Todo el sacrificio había valido la pena, y seguro que Adelphos lo podrá sacar del coma sin problema, ahora solo quedaba volver a casa pero

-Esperen que tengo que hacer algo, ya vuelvo- Dijo Adelphos, mientra montaba a Niebla y salía por donde antes debía haber una ventana, pero ahora, era un gran agujero en la pared. No tardó ni cinco minutos, y al volver, abrió el portal para volver a casa. Al llegar, lo primero que recuerdo, es que Apolo le pregunto a Adelphos a donde había ido, y este le señaló una vacía piel de Capelobo que apareció junto a nosotros, y dijo

-Necesito estudiar esa cosa, tiene que haber una forma más fácil de vencerlos-

Luego, a Lucas y a mí nos internaron en la enfermería. Ahora es de noche, estoy en una cama blanca, con sensores y mangueras conectadas, y Juan durmiendo junto a mis pies. En la cama de al lado, separados por un biombo, está Lucas. No se cuando despierte, pero escuchar los “Pip” de su electrocardiograma me relaja, y después de no se cuanto tiempo, podré descansar.

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